La materia, o en un concepto más amplio la materialidad, es un factor clave unido al proceso de diseño. Resulta imposible concebir un espacio sin ligarlo directamente a un revestimiento material. Tradicionalmente a los arquitectos se nos ha excluido por completo del diseño pormenorizado de nuestros propios proyectos y quedándose esta labor en manos del cliente o de terceras personas. El resultado habitual suele ser bastante cuestionable ya que suele desvirtuar el concepto inicial del proyecto. A pesar de ello en ocasiones existen clientes con ganas de experimentar y dejarse aconsejar, siendo éste el ejemplo que nos ocupa.
El objetivo de este post es mostrar el abanico de sensaciones que se producen en un mismo espacio únicamente variando un material. El ejemplo consiste en el proyecto del café MAB (más info en la web) dónde el cliente demandó diferentes opciones de diseño ajustadas siempre al mismo presupuesto (un ajustado presupuesto que condicionó el diseño desde el principio). El ambiente que se cree en estos proyectos es crucial para el buen desarrollo posterior del negocio, un lugar hostil y poco acogedor implica una menor afluencia de clientes. El resultado fueron cuatro posibilidades que muestran un espacio absolutamente diferente:



Finalmente la opción elegida por el cliente fue un panelado en blanco brillo, esta materialidad es similar en concepto al vidrio al ácido aunque su mayor índice de reflexión le resta un poco de calidez espacial. El resultado es un espacio limpio, sobrio, austero y sobretodo económico.
Estas reflexiones sobre la materialidad del espacio deberían ir vinculadas a la luz que ilumina dicho espacio, pero esto es un extenso tema que ya abarcaremos, la arquitectura sin luz sólo sería mera construcción.